Tu ausencia enciende la llama de mi sosiego,
y veo tu mirada vagando por una nube
entre mis sueños veo, que así tu amor sube
como la luz que tiene mi brasa hecha fuego.
Siento sobre mis hombros la caricia de tus alas
tejen y destejen una caricia triste y nebulosa,
tu sombra sobre mi existencia, que apuñalas
aún escucho tu palabra que llora prodigiosa.
Por las noches al despertarme y distraído
me consuela la hora de mi ilusión perdida
que silenciosa, caminó tras tu estela llorosa,
bañada por la lluvia que consuela.
Se pierden los sueños, pero no se olvida
la confianza, la lealtad siempre la tuve
veras mi rostro en el azogue que la luna anida,
y en la luz primera del lucero, veras que estuve.
Sobre la hierva caerá el susurro helado
arrullaras al viejo rosal rosa y triste
en una tarde primaveral tu dolorido sueño
no encontrara las rosas del que fuiste dueña.
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